Lánguida, agotada y, aún así, feliz. Así estoy yo, como los relojes del cuadro de Dalí. Supongo que es el mal del siglo XXI, pero yo estoy cada vez más convencida de que tengo algún duendecillo travieso a mi alrededor que me roba los minutos. Porque no puede ser otro el motivo de que los días, a pesar de estirarlos como chicles, se me queden tan cortos… Y conste que, desde que descubrí Internet no he dejado de entrar en cuanto buscador ponen a mi alcance para localizar la pág