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La escasez del tiempo. Mal compañero de viaje


Lánguida, agotada y, aún así, feliz. Así estoy yo, como los relojes del cuadro de Dalí.

Supongo que es el mal del siglo XXI, pero yo estoy cada vez más convencida de que tengo algún duendecillo travieso a mi alrededor que me roba los minutos. Porque no puede ser otro el motivo de que los días, a pesar de estirarlos como chicles, se me queden tan cortos…

Y conste que, desde que descubrí Internet no he dejado de entrar en cuanto buscador ponen a mi alcance para localizar la página donde se solicitan los días de setenta y dos horas; pero nada, que no lo encuentro ni vivo ni muerto. Si alguien ha encontrado el enlace, por favor, ¡que me lo pase, ya!

Y si escaso es habitualmente el tiempo del que dispongo, lo de las últimas semanas ha sido de juzgado de guardia. Por eso, a pesar de que prometí actualizar este espacio con cierta asiduidad, no he podido cumplir con mi palabra.

¡

Y no será por falta de noticias!

Bueno, tal vez a vosotros no os parezcan tal cosa, claro, pero para mí son novedades que, en su mayor parte, alegran mis días y mis noches —que por cierto, cada vez son más largas, ya que me dedico a sisar minutos al sueño—. Pero, hasta que el cuerpo aguante, que decía aquél; que cuando venga el tío Paco con las rebajas, ya tendré tiempo de dormir…

Así que, voy a intentar poneros al día de todo lo que me ha ocurrido en estas tres semanas de desaparición bloguera. Para empezar estuvo la presentación de Cuando pase la tormenta en Madrid que, a pesar de que auguraba ser un auténtico desastre gracias a los esfuerzos de nuestro amigo Murphy, y que ya os comenté, parece ser que ese día me dio asueto y todo salió a las mil maravillas.

Una experiencia inolvidable para una juntaletras novata como yo, que casi me hizo perder los papeles y ponerme a llorar como una incauta delante de un nutrido grupo de amigos y compañeras de fatigas. Por cierto, desde esta pequeña ventana no quiero dejar pasar la oportunidad de dar las gracias a todos los asistentes y, muy especialmente, a María José Losada por las palabras tan bonitas y entrañables que escribió para mi presentación (si alguien tiene la curiosidad puede cotillearlas en su blog) y a Nieves Calvino quien, a pesar de su innata timidez, tuvo la gentileza de dejarse la vergüenza aparcada en Guadalajara y prestarse a leerlas, subida en aquella mesa que nos colocaron y desde la que teníamos pocas posibilidades de pasar inadvertidas a la concurrencia. ¡Sois las mejores, chicas! ¡Os quiero!

Y, pasado el susto del primer encontronazo con las obligaciones del autor novel, han venido otras dos presentaciones más. Una en la Fnac de Valencia, el pasado jueves 10 de noviembre, y otra en la librería Argot de Castellón sólo dos días después. La primera la compartí con mi compañera de editorial, Olivia Ardey, que también presentaba su novela, Delicias y Secretos en Manhattan, y la segunda con una buena selección de autoras y compañeras que, al igual que yo, estaban en la ciudad levantina para asistir como ponentes en una jornada sobre literatura romántica con motivo del Fantasti'cs 2011.

Por supuesto, allí estuvieron amigos y compañeros para mostrarme su apoyo incondicional y, al día de hoy, todavía no salgo de mi asombro al comprobar la calidad humana de todos ellos y el cariño que, sin saber aún bien cómo, me profesan.

Y, tampoco quiero dejar de mencionar a Yolanda Quiralte, que durante estos días me abrió las puertas de su casa, de su vida y de su familia y amigos (hoy ya míos), demostrándome sin palabras algo que ya sabía: su corazón no le cabe en el pecho.

Un fin de semana PERFECTO (sí, así, todas con mayúsculas) que compartí con amigas a las que no puedo achuchar a diario debido a la distancia y con otras que he tenido la enorme suerte de poder conocer de verdad, aunque ya nos hubiéramos visto en otras ocasiones o tuviéramos contacto cibernético previo. Porque ya lo dice la sabiduría popular, solo la convivencia nos dará la medida de las personas que nos rodean.

Y en medio de todas estas presentaciones, agobiada por la falta de tiempo para preparar tanta charleta para presentaciones y ponencias, he contado con un montón de buenas noticias que me han dado árnica para superar esta particular tormenta mía.

Por un lado, un puñado de críticas a mi novela, que tengo que decir me han colocado un sinfín de sonrisas en la cara. Y para no daros más la chapa, los enlaces los tenéis en la pestaña de reseñas de Cuando pase la tormenta de esta Web.

Para terminar y, ya como colofón de los colofones a todo lo maravilloso que me está ocurriendo, tengo que contaros que he sido seleccionada en el primer concurso de relatos al que me he presentado en mi vida. Porque así, sin anestesia ni aviso previo —aunque luego he visto que lo habían hecho, pero yo debí de desestimar el correo sin leer siquiera—, mi relato Una respuesta espontánea apareció seleccionado para formar parte de una antología que Ediciones Rubeo publicará el próximo mes de febrero.

¡Qué ilusión! Mi primer premio literario en el que comparto protagonismo con otras diecisiete autoras (desde aquí mi más sincera enhorabuena a todas ellas).

Os explicaría cómo se me ocurrió semejante historieta, pero como veréis, la síntesis —a pesar de haber sido premiada en un relato corto— parece que no va mucho conmigo y me enrollo como las persianas, así que mejor dejo ese asunto para otra entrada, que esta ya va siendo muy larga y luego no sabré que contaros la próxima vez.

Un beso a todos por estar ahí, a mi lado, siempre que os necesito.

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Ver comentarios

  1. Cris16 de noviembre de 2011, 19:17

Hola, te mereces todo lo bueno de esta vida y más......te queremos!!!!..... besicos, Cris

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  1. Lucía de Vicente26 de noviembre de 2011, 0:13

Cris, ¡eres lo más! Gracias, guapa!!!!

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