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Porque yo no soy tonta...


Aunque muchas personas se empeñen en pensar lo contrario, en realidad, al igual que el muchachito ese del anuncio de Media Mark, «yo no soy tonta».

Desconozco por qué la gente piensa que todo aquel que no se dedica al autobombo y la autopromoción a grito pelado, ni va diciendo que es quién mejor hace cualquier tarea que se proponga, es bobo de remate y se merece que le traten como un pedazo de mierda (perdonad el léxico, pero es que ahora mismo no estoy para finezas).

Está visto y comprobado que, para que el resto de desaprensivos que giran a mi alrededor me tenga en cuenta, lo mejor que puedo hacer es pasarles factura y, además, a ser posible subidita de precio.

El siglo XXI no cree en la generosidad. ¡Qué pena!

Tengo una amiga que siempre me dice que vivo rodeada de «garrapatas», y en realidad razón no le falta, pero bueno, también es cierto que de vez en cuando me permito la ira y exploto como una botella de cava bien agitado. No soluciono nada, pero cuando estoy saturada y me dejo llevar, me quedo como Dios… Esos son los momentos que mis supuestos enemigos aprovechan para decir que tengo demasiada mala leche… Si de verdad tuviera tanta como ellos creen, otro gallo me cantaría, pero qué le vamos a hacer, cada cual elige su camino y yo prefiero seguir pensando de mí misma que soy una buena persona y que el mal hacer y la falta de principios ajena no va a corromperme.

No obstante, al parecer es menester dedicarse a despotricar a voz en cuello y poner pingando a todo el que se cruza en tu camino para que te respeten. Aún no sé si este fenómeno se produce y multiplica por miedo a las represalias de una lengua viperina o sucede porque tus «rendidos servidores e inquebrantables amigos» están completamente convencidos de que tu intervención —cualquiera que esta sea— es primordial en sus vidas. El caso es que, cuando te comportas como una auténtica arpía de leyenda, es justo cuando te reverencian como si fueras el paradigma de la amistad y la profesionalidad.

Llegados a este punto cada vez estoy más convencida de que soy extraterrestre. Empiezo a pensar seriamente que alguna nave alienígena me abandonó hace ya demasiado tiempo en un paraje ignoto, de donde fui recogida por el último alma caritativa que pisaba la faz de la Tierra y, tras criarme a base de Pelargón —porque hay que ver lo poquito que he crecido—, me soltó a mi suerte por estos mundos de Dios.

Es triste, muy triste, descubrir que en esta sociedad que vivimos ya no hay valores y que el «tanto tienes, tanto vales» se ha convertido en una religión, aunque en realidad no tengas absolutamente nada y solo seas producto de un marketing personal muy estructurado.

De poco sirve ser generosa con tu tiempo y tu experiencia hacia aquellas personas con las que tienes la desgracia de compartir espacio; que te importe poco el dinero y no pidas nada a cambio de tus esfuerzos; que confíes en que la gente va a actuar de buena fe y se va a comportar como Dios manda… Tan buenas intenciones no sirven de nada porque ellos, con esa gran capa de pintura que maldisimula los numerosos desconchones de su máscara de coleguitas, intentarán destruirte por todos los medios en lugar de responderte con agradecimiento y comportarse contigo con honradez y lealtad.

Yo no pido nada más; sólo lealtad. Ya he dicho que, aunque no me dedique a colgarme medallas, no soy ninguna imbécil y mi cociente intelectual se encuentra dentro de la media, así que cuando creo oportuno cobrar por mis esfuerzos lo hago y cuando me apetece, lo regalo. Sin embargo, ¿quién ha dado permiso a los desleales con los que he tenido la desgracia de toparme a pensar que tienen derecho a vapulearme e intentar hundirme? ¿Es que creen que de verdad soy idiota y no voy a darme cuenta de lo que pretenden hacer?

Lo único que ocurre es que procuro ser coherente con mis acciones y, una vez tomada una decisión, aunque luego me dé cuenta de que ha estado equivocada, suelo asumir mis errores con dignidad. Ya lo dice el refrán, «no hay mayor desprecio que no hacer aprecio», y a esa panda de ególatras lo que más le duele es que ignores sus cagadas.

¡Pero que nadie se confunda! Mi, en apariencia, indiferente actitud no significa que no me haya percatado de lo que han hecho y tome debida nota para el futuro. Eso sí, ¡sin acritud!, que diría aquel ex presidente de Gobierno de la historia de nuestra madre patria.

Lo que yo tengo muy claro, pero al parecer es necesario que lance un aviso a navegantes, es que a pesar de saber quiénes son y cómo actúan todos aquellos que me están puteando hasta el infinito y más allá, he decidido no amargarme la existencia y pasar por alto los muchos desplantes y rabotazos que los desagradecidos que un día tomé por amigos y colaboradores me regalan a cada paso del camino.

Así que, amig@ mí@, de verdad, no te esfuerces. No sigas buscándome las cosquillas porque no me las vas a encontrar. Sigue tu camino y déjame que yo siga el mío en paz. Eso sí, te quedaría muy agradecida de que me avisaras de antemano para que no dedique ningún esfuerzo en tu persona.

Aunque, si no lo haces, descuida que ya me daré cuenta yo solita.

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erraol18 de febrero de 2013, 8:29

Soy de la opinión de que la vida o más a mi gusto Dios pone a cada cual en su sitio, así que no sufras porque aquellas personas que no tienen honor en ello encontrarán la penitencia. Un abrazo y sonríe que la vida a pesar de tanto choriz@ es bella y aún quedamos alguno que otro sano por el mundo

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Lucía de Vicente18 de febrero de 2013, 14:21

Por supuesto, Erraol. En realidad no sufro ni gota, soy muy feliz. Cada cual recogerá la cosecha de aquello que ha sembrado, y no me refiero en el Más Allá, conste. La vida te devuelve lo que provocas y, a veces, multiplicado.

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Cat18 de febrero de 2013, 17:50

Que razón tienes. Mi amiga Vane y yo decimos que tenemos un post-it en la frente donde pone: Gilipollas. Y sí, Lucia, somos perros verdes, pero yo me acuesto la mar de tranquila y a gusto, y duermo a pierna suelta sabiendo que mi conciencia está muy tranquila cosa que nuestros enemigos, que yo llamaría más bien, envidiosos, no hacen. Y digo lo que vosotras: torres más altas han caído y a cada cerdo le llega su benito. Estoy porque montemos un Club Social jajajajjajaja El Club de los No me chupo el dedo, bonit@. Besos.

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Cris18 de febrero de 2013, 21:04

Hola, debe de ser el día en el que estamos conectadas cosmicamente porque en el ejercicio de la frase vamos un poco a los dimes y diretes. Honor y lealtad que fácil de decir estas palabras y qué difícil de que se cumplan.....la gente va su historia y no mira a quien pisa o a quien hace daño. No se puede hablar porque encima luego eres la mala cuando sabes que tienes toda la razón. Querida Lu, no cambies, en esta vida todo llega, lo bueno y lo malo. Besis y un abrazo.

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Trini19 de febrero de 2013, 10:36

Mi querida Lucía, te digo lo mismo que Cris: ¡¡no cambies!! Y ten en cuenta que en esta vida, es una ventaja saber a quién tienes. A los demás, que les den. Tu lo podías haber dicho más alto, pero no más claro. Besos,

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Lucía de Vicente19 de febrero de 2013, 21:20

Gracias, chicas. Me encanta que me queráis como soy. Un besazo a todas.

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Helena22 de febrero de 2013, 7:32

La vida devuelve todo lo que uno va sembrando. Sé tú misma, y a los demás que les den. Veo que esta historia se repite entre unos y otros en este mundillo. Creo que lo mejor es estar en paz consigo mismo y tener la conciencia tranquila. Siempre habrá gente que a pesar de todo lo bueno que puedas dar, te vapuleará sin piedad. Esto es así desde el principio de los tiempos. Lo importante es tirar para adelante y pasar del resto. Sé que es difícil pero no nos queda otra. Un beso y sigue siendo tú misma.

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Anonymous13 de febrero de 2014, 13:20

hola...no sabéis como os comprendo...Yo no sé si es cosa mía o es algo real, pero me siento LA MUJER INVISIBLE. Me pasa con coleguitas, amigos de coleguitas, conocidos, compañeros de trabajo...me pasaba también en el insti, se metían conmigo ...siempre me han despreciado, me tratan como a una extraterrestre, como si no mereciera ser apreciada por los demás. No lo entiendo...igual piensan que soy burra, porque por ejemplo en el trabajo igual a uno le surge una duda informática de lo que soy experta y le pregunta la duda a otro que igual no controla tanto...pero es que de tonta no tengo un pelo, tengo un currículum profesional que ya quisieran muchos y todo labrado con mucho esfuerzo en trabajo y formación, voy por la vida a mi aire, sin meterme con nadie, nunca chismorreo, odio los cotilleos, no envidio a nadie pq tengo un novio maravilloso, unos buenos padres, un buen trabajo y unos pocos buenos amigos; siempre intento ayudar si me lo piden, soy educada e intento actúar siempre como me gustaría que actúasen conmigo, deseando siempre el bien ajeno; además físicamente no estoy nada mal...pero vivo la vida bajo las lemas de humildad, trabajo e intentar ser feliz y nunca entenderé porque la gente me hace de menos, siempre van detrás de los demás y a mí en cambio me hacen el vacío, a veces ni saludan apenas...cuando creo que soy una persona que realmente tengo mucho que ofrecer, aunque sólo sea lealtad y confianza, pero parece que soy la eterna chica invisible a la que no merece ni la pena acercase a charlar con ella..... vivo angustiada por ello a veces.

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